jueves, 11 de febrero de 2016

Madrid

De Zaragoza a Guadalajara. Me hacía mucha ilusión para allí y ver el palacio del Infantado. No porque hubiese leído o me hubiesen dicho que era preciosa, sino porque allí, justo delante del Palacio, sé que vivió muchos años mi abuela y me hacía una ilusión especial poder ver aquél lugar del que tanto había oído hablar. Fue una visita relámpago, ya que llegamos por la tarde y al mediodía del día siguiente nos íbamos, pero para mi fue suficiente. Seguro que quedaron mil cosas por ver y hacer allí!

Rumbo a Madrid teníamos muchísimas ganas de hacer una parada muy especial en Móstoles. Allí viven unos amigos de esos que, por mucho que haga que no ves o por mucha distancia física que haya entre unos y otros, son gente muy cercana. Los conocimos hace casi 4 años haciendo el Camino de Santiago. Nosotros íbamos con Èrika que entonces no tenía ni dos años y ellos con su hijo, un año mayor que Èrika. Fue muy bonito encontrarnos allí, en medio del Camino, con nuestros peques. Fue una bocanada de aire para nuestra peque y para su peque y, evidentemente, también para nosotros! Además congeniamos enseguida y el Camino se nos llegaba a hacer, casi casi, hasta corto! Horas y horas caminando y hablando, compartiendo cansancio e ilusiones, desánimo y alegrías, momentos realmente duros, otros peregrinos y lugareños, cenas, comidas y desayunos y, cómo no, alguna que otra anécdota. Tan sólo fueron 3 o 4 días. Al despedirnos sentimos el dolor de quién dice adiós a alguien muy querido, pero sabíamos que nos reencontraríamos, tarde o temprano... Han pasado casi 4 años, un montón de cosas en nuestras respectivas vidas y al encontrarnos parecía que fuese ayer mismo cuando estábamos haciendo el Camino! Fue maravilloso y, otra vez, una bocanada de aire fresco! Recordar el sentido de nuestras vidas, conectar con nuestro interior, sentir de lo que somos capaces, recuperar ideas que nos ayudan a avanzar, revivir experiencias que marcaron el inicio de lo que ahora estamos viviendo, de esta aventura en familia, de esta maternidad viajera... Creo que es inexplicable, que jamás podré plasmar con palabras aquello que una conversación con alguien con quien he conectado puede llegar a despertar en mi. Tengo que agradecerle a Sagra que nos abriera la puerta de su casa y me hiciera recordar cuáles son esos sueños que persigo... De hecho, nos sentimos tan a gusto en Móstoles que alargamos nuestra estancia un día más de lo previsto, después tocaba seguir con nuestra ruta!

Una comida con el Tiet que ese día estaba por Madrid y a ver la gran urbe!

Enseguida encontramos un sitio para aparcar la casa con ruedas y poder movernos en transporte público. Nos quedamos delante de un centro comercial en Valdebernardo donde había 12 AC's mas, un parque para que jugasen los peques justo enfrente y un centro comercial donde poder comprar. La parada de metro a tan solo 5-10 minutos caminando y el centro a 20min en transporte público, así que un lugar genial! Ya teníamos instalada nuestra base y... Madrid! Allá vamos!

Nada mas llegar al transporte público nos quedamos muy sorprendidos... ¿dónde está el ascensor? Ah! Ahí! Ah! No funciona... Vaya, mas de 100 escaleras con la silleta "en brazos"... menos mal que los niños ya caminan, así que les tocó bajar a pie... Cambio de línea de metro y... ¿dónde está el ascensor? Ah! No hay... Vaya, otras mas de 100 escaleras arriba y abajo, un pasillo, mas escaleras, otras escaleras... con la silleta "en brazos"... temíamos la vuelta puesto que la silleta nos lo habíamos llevado para la siesta del peque y suponiendo que a la vuelta estarían los dos dormidos y uno en la mochila y otro en la silleta irían de maravilla... ya estábamos sufriendo! Y, efectivamente, la vuelta fue mas de lo mismo y con Èrika dormida en la silleta... y todo esto después que nos confirmaran por distintos medios (entre ellos la oficina de turismo) que el metro de Madrid no está pensado ni para gente en silla de ruedas, ni para mayores, ni para cochecitos, ni silletas... ¡qué lástima! con la red tan buena que tienen de metro y que tanta gente de Madrid no pueda usarla...

¡Pero vamos a lo bueno! que también lo hubo y ganó con creces todos los viajes en metro que hicimos.

El primer día nos fuimos directos a Sol, a ver el Km0, el Oso y el Madroño y el reloj de las campanadas. Después hacia la calle Mayor y directos a la plaza Mayor. Al salir fuimos hacia el Palacio Real y la Catedral de la Almudena. Paramos a comer de picnic en los jardines y los peques aprovecharon el parque. Ya por la tarde pusimos rumbo a la Gran Vía y después a visitar a mi tía de Madrid que nos esperaba con una merienda estupenda. La vuelta por la noche en metro hacia Valdebernardo y a dormir!
El segundo día buscamos algo que gustase mas a los peques, así que patinetes y rumbo al Retiro. Ver el estanque con sus peces y sus barcas, el palacio de cristal, correr y correr, montar en patinete, jugar en el parque, hacer un picnic, Èrika se estrenó como fotógrafa y después ver la Puerta de Alcalá y Cibeles. Decidimos ir a ver el museo arqueológico y, la verdad es que los niños disfrutaron viendo la sala de paleontologia y prehistoria, pero después empezaron a aburrirse, así que fuimos de visita a casa de mi tía mientras Jordi seguía viendo el museo.



El tercer día Aniol cumplió 3 años! Nos despertamos y le preparamos una magdalena con velita y sopló emocionadísimo! Estaba radiante e intentaba hacer el número tres con los dedos... no salía! Qué difícil!!!! Le regalamos ropa, que en la casa con ruedas no nos caben muchas cosas y ya llevamos un montón de juguetes! Estuvo muy feliz con su pijama de la patrulla canina!
Después queríamos ir al Rastro, pero decidimos dejar el rastro para otra ocasión y llevar a los niños al parque donde podian jugar con la arena todo lo que quisieran y columpiarse, tirarse por el tobogán... Èrika quería aprender a ir en bici sin ruedines. así que carrera arriba y carrera abajo, Jordi estuvo ayudándola a mantener el equilibrio y en seguida aprendió... faltaba aprender a frenar y bajar de la bici y a empezar a pedalar... Eso, para otro día! Y después a comer a Tres Cantos con la familia.
¡Qué sorpresas tiene la vida! Ese día también estuvimos hablando sobre destinos de vida, numerología, biodescodificación, constelaciones familiares y etc. Parecía que ese viaje por Madrid nos estaba diciendo algo...

Al día siguiente amaneció oscuro y no nos apetecía estar en la calle. Había llovido y el parque no era demasiada buena opción, así que recurrimos a un centro comercial donde Èrika podía ir a una ludoteca (que a ella le xifla!) y nosotros pasar un rato mirando cosas por aquí y por allá y Aniol jugar en alguna de las zonas de juegos. No pudieron faltar algunas compras y después, rumbo a Cuenca!

No hay comentarios:

Publicar un comentario