lunes, 25 de enero de 2016

Zaragoza se nos hizo mágica

Zaragoza se nos hizo mágica. Nada más llegar nos acogió la Basílica del Pilar desde el otro lado del Ebro mientras dábamos vueltas y vueltas intentando llegar a un aparcamiento que parecía resistirse a nuestra visita, pues la entrada quedaba allí mismo, pero las vueltas para poder acceder a él fueron bastantes! Por fin aparcamos la autocaravana en un llano (no siempre es fácil!!!) y pudimos salir en busca de lo que nos deparaba Zaragoza.

¡Qué suerte tuvimos de encontrar montado el mercadillo de Navidad! Sobre todo, los niños! Ese era el último día para poder montar en el tiovivo y en los ponis y poder comer una crepe de chocolate en la calle y, por supuesto, los peques lo aprovecharon. Lo mejor de todo… la cara de ilusión y satisfacción que se veía en los rostros de nuestros enanos! Deseaban montar en todas las atracciones (de madera todas ellas y funcionando con el pedaleo o el giro de muñeca del feriante) y comer crepes, churros, caramelos… ¡Demasiado en poco espacio! Así que les tocó tarea difícil… “tenéis que escoger una atracción y una cosa para comer” La voz de su madre que destruye esa alegría desbordante y la esperanza de poder con todo… Nos dejaron maravillados porque se pusieron de acuerdo los dos, hablando entre ellos para escoger el lugar en el que montar. Èrika quería la noria, Aniol el tío vivo… y al final acordaron: los ponis! Nos sorprendieron y nos mostraron, una vez más, que los prejuicios hay que dejarlos de lado y seguir confiando.
Después del paseo en poni y de compartir una crepe de chocolate visitamos la Basílica del Pilar y nos fuimos hacia nuestra casa con ruedas.

Al día siguiente tocó visita al mercado, donde aprovechamos para comprar productos locales y una vuelta por el centro para conocer los rincones más turísticos de Zaragoza. 

Por la tarde la Aljafería, precioso palacio donde se mezclan tres momentos históricos. Los peques no estaban demasiado entusiasmados con la visita, por más que intentásemos mostrarles las curiosidades, los colores, las formas… ellos se aburrían, así que ¡Viva la imaginación! De repente nos encontramos bailando en un baile de príncipes y princesas en la sala baja del palacio mudéjar. Nos lo pasamos genial… ante las miradas de algunos de los pocos turistas que por allí quedaban y después paseamos como reyes por el patio de los naranjos. Al final no querían marcharse!

La última mañana en Zaragoza quedó reservada para el museo del fuego y de los bomberos… no podía ser de otra forma! Es una iniciativa municipal excelente! Los niños (y los no tan niños) pueden conocer cómo trabajan actualmente los bomberos y como trabajaban antes, la evolución que se ha hecho en cuanto a la extinción de incendios, el rescate de personas y la prevención, así como convertirse en bombero por un rato poniéndose el casco y el chaquetón oficiales y montando en un vehículo de verdad! También conocer la historia de fuego y algunos de los servicios que han realizado los bomberos de Zaragoza. Cabe destacar las maquetas y las colecciones de cascos y trajes de bomberos de distintos lugares del mundo.

Es evidente que a nosotros nos apasiona este mundo (a algunos más que a otros) pero aunque no fuera así es una de las visitas que vale la pena realizar! Los peques salieron encantados, aunque hay que decir que se nos hizo la hora de comer y si no llega a ser por el hambre que empezó a hacer asomos de malhumor, se hubieran quedado allí dentro tooooodo el día!


Llegó el momento de partir de Zaragoza, fueron poco más de 48 horas, pero muy aprovechadas! Nos llevamos algunas frutas de Aragón y un muy buen recuerdo. Èrika disfrutó muchísimo en el parque y Aniol se enamoró del tranvía y de los autobuses. Èrika ya nos ha dicho una cuantas veces que quiere volver… Pues habrá que repetir!

Siguiente parada… Guadalajara

miércoles, 13 de enero de 2016

Primera aventura viajera

La vida con niños es, de por sí, interesante (¡eso como mínimo!), pero si decides emprender un viaje y vivir en unos 7-10m2, la vida con niños es, como mínimo, intensa.

Esta es nuestra situación actual. Hace unos meses decidimos emprender una aventura, cambiar nuestras rutinas, nuestras costumbres, nuestros objetos, nuestras comodidades, nuestro mundo y salir en busca del mundo, en busca de aventuras, en busca de todo lo que hay ahí fuera. Nos compramos una autocaravana y nos fuimos a vivir en ella, dejamos nuestra casa sin ruedas y la cambiamos por una casa móvil en la que viviremos hasta que decidamos buscar una nueva casa sin ruedas y echar raíces en algún lugar.

El mes de diciembre fue el elegido. Si superamos el frío y las pocas horas de sol seguro que podremos con todo!!!! Y así fue como el 5 de diciembre pusimos rumbo a Lyon, Chamonix y Annecy. Fuimos al norte, donde hay menos horas de sol de las que estamos acostumbrados y, además, hacia los Alpes, donde hace más frío de lo que solemos sentir. Buscamos condiciones algo más duras pero sin pasarnos, dejamos los países nórdicos para otra ocasión! Pero sobre todo, lo que buscamos fue lugares que nos cautivaran, que nos unieran, que nos hicieran desear vivir así por más tiempo. Y lo conseguimos!

Pasamos frío y algunos momentos fueron un poco pesados, sobre todo los trayectos largos, los de vuelta des de Annecy hasta Sant Celoni. Muchas horas en carretera que cansaban a los peques y los mayores.

Y lo mejor de todo fue descubrir en los peques la emoción de la aventura, las ganas de ver más y más, la ilusión de viajar con la familia, las ganas de contar a quién encontrasen que estábamos viviendo aventuras. Temíamos que ellos se cansaran pronto de una vivienda tan chiquitita, que se agobiaran, que acumularan tensiones y que nos marcasen el momento de vuelta antes de lo que a nosotros nos gustaría, pero ni mucho menos! Al contrario, ellos siempre serán nuestros maestros y esta vez nos enseñaron también a mantener la calma, a ayudarnos unos a otros, a ser una piña y a remar juntos. Y nosotros observamos, acompañamos y les ayudamos a crecer y gestionar sus emociones y conflictos. La convivencia en tan poquito espacio es realmente intensa, tanto para los buenos momentos como para los no tan buenos!

Los paisajes fueron preciosos, la comida sensacional, la convivencia entrañable… en definitiva, esta primera experiencia fue maravillosa para decidir continuar con esta manera de vivir, por lo menos, una buena temporada más. Eso sí, el frío nos hizo replantearnos la ruta y decidimos visitar el sur durante los meses más fríos y regresar al norte cuando las temperaturas suban un poco.
Lo bueno de la vida es poder aprender y adaptarnos a los aprendizajes y este viaje, de momento, nos lo está permitiendo y mostrando a cada paso que damos.