
El caso
es que siempre que se acerca esta fecha recibo miles de mensajes a través de
las redes sociales y por correo electrónico en el que se reivindica el derecho
de las mujeres y, sobretodo de las niñas, a no ser princesas, a comportarse de
manera “libre” fuera de clichés sexistas e ideas predeterminadas de cómo
debería ser una mujer. Estos mensajes siempre son los mismos, se repiten año
tras año, algunos caen en el olvido y algunos se reinventan, pero después de
todo, todos vienen a decir lo mismo: hagamos de nuestras niñas unas
luchadoras y no dejemos o inculquemos que sean princesas.
¿Qué hay
de malo en querer ser princesa? ¿Por qué no se puede amar la belleza? ¿O querer
lucir una cabellera rubia maravillosa y vestidos a todas horas? ¿Qué hay de
malo en apreciar el cuerpo que tenemos y querer lucirlo lo más bello que
podamos? ¿Qué tan horrible es soñar con un príncipe apuesto que quiere
compartir su vida con nosotras? Pues la verdad es que, después de mucho
reflexionar, después de desmontar todos mis PREJUICIOS, después de observar atentamente a niñas y mujeres
princesas, he llegado a la conclusión que no hay nada malo, que se debe ser
muy valiente para, a día de hoy, querer ser una princesa y serlo porque más
de la mitad de la sociedad te va a criticar por ser como eres, por expresar lo
que sientes, por defender tus ideas. Esa misma sociedad que después te va a
decir que debes ser libre para elegir ser quien quieras ser, pero cuidado, no
elijas ser princesa porque en este caso no estarás siendo libre, sino
manipulada por la otra mitad de la sociedad… ¡caramba! ¡Qué contradicción y qué
lío! ¿no os parece?

Y ¿de
dónde sale ese estereotipo de princesa tonta y que debe ser salvada que tanto
se critica? Pues dicen que de los cuentos de hadas que nos han llegado hoy en
día (algunos difieren ligeramente o bastante de los originales)… Y hasta hace
poco yo me lo creía… Pero vamos a analizar esos cuentos tan “destructivos” para
las niñas en los que nos han dicho que nos presentan mujeres-objeto que sólo
esperan ser rescatadas:
_ Blancanieves: Es una joven preciosa que
se queda huérfana y su malvada madrastra quiere matarla para ser ella la más
bella. Blancanieves se refugia en el bosque con siete enanitos hasta que la
madrasta la encuentra y le da de comer una manzana envenenada con la que cae en
un profundo sueño del que sólo despierta tras ser besada por un príncipe.
Después viven felices y comen perdices.
Si
analizamos a Blancanieves vemos que, a pesar de que sus padres murieran y
quedara al cargo de una persona que no la apreciaba en absoluto y quería
destruirla fuera como fuera, ella sigue buscando la parte buena de la vida,
vive con optimismo y lucha por sobrevivir. Abandona todo lo que conoce hasta el
momento, deja a un lado una vida de facilidades para adentrarse en un lugar
hostil y trabajar en una casa donde viven siete hombres (cualquier mujer real
moriría en el intento si tuviera que convivir con siete hombres acostumbrados a
estar solos…) a cambio de comida y techo. Ella es una persona que en su vida ha
movido un solo dedo, que lo ha tenido siempre todo hecho, pero cuando tiene que
trabajar lo hace sin remilgos y manteniendo el optimismo, sin rencores, con
buen corazón. Es cierto que un príncipe la rescata, pero ella ni se entera, ¡que
la han dejado inconsciente y medio muerta! ¿Quién no se agarra a la cuerda que
le tienden cuando está en el fondo de un pozo? Pues ella se agarra y con todas
sus fuerzas y resulta que dos buenas personas encuentran el amor de manera
fortuita y son felices. Creo que a todos nos gusta ser felices con la persona a
la que amamos y no por eso nos sentimos “rescatadas”. Después de todo,
compartir los malos momentos y salir victoriosos de ellos nos hace más fuertes…
_
Veamos ahora a Cenicienta: Una
joven, también huérfana que vive con una madrastra y dos hermanastras que le
hacen la vida imposible, aprovechándose de ella, maltratándola. Un día va a un
baile ayudada por un hada madrina y conoce a un príncipe con el que acaba
casándose y siendo feliz.
Cenicienta
es una persona colmada de esperanza, que persigue su sueño de salir de la
pesadilla en la que vive, que sabe aprovechar la menor oportunidad para poder
hacer realidad aquello que desea, que es tenaz y luchadora y que a pesar de las
adversidades, sabe que algún día conseguirá su objetivo y salir de su infierno.
Mientras tanto conserva buenos amigos (aunque sean ratones y pajarillos, cosa
que hoy en día no es tan fácil a veces) y tiene buen corazón (o lo que es lo mismo,
es buena persona). Se encuentra con mil obstáculos para poder alcanzar sus
sueños pero finalmente consigue lo que se ha propuesto. Es una persona que ha
trabajado duro para poder llegar a su meta y sí, su meta es un príncipe. ¡Vaya!
Conozco centenares de personas que tienen a su media naranja (o príncipe azul,
llámale como quieras que es lo mismo) a su lado y están encantadas… Cenicienta ¡también!
Poder compartir tu vida con alguien a quien amas y que te ama es un lujo que
todo el mundo debería tener.
_ La Bella: Una chica que para salvar a su
padre se deja encarcelar por un malvado ser que no la deja salir de allí. Ella
se empeña en sacar lo mejor de él y después de recibir muchos desprecios y
malas maneras por su parte, acaban enamorándose y deshaciendo el hechizo. Se
casan y viven felices para siempre.
Bella es
otra luchadora. Una mujer segura de sí misma, convencida que ella puede luchar
contra sus monstruos. Es tenaz y persistente. Sabe lo que quiere y busca la
mejor manera de conseguirlo aunque por el camino tropiece con una y mil
piedras, aunque parezca que se rinde, aunque todo se le haga cuesta arriba,
ella sigue peleando y luchando por aquello en lo que cree (que en toda persona
hay algo bueno que quiere brotar). No acepta las humillaciones, no se deja
maltratar y planta cara al miedo, se revela contra la maldad buscando un atisbo
de algo bueno. Es capaz de encontrar la belleza allí donde los demás sólo
verían horror (en cierto modo y salvando las muchas distancias, me recuerda a “La
vida es bella”). Cuando todo parece haber llegado a su fin, cuando la
desesperación parece que va a vencer, en ese momento, por fin, encuentra lo que
ha estado buscando durante tanto tiempo y la belleza brota y florece en medio
de la maldad para dar paso a la felicidad. Su esfuerzo y su lucha dan su fruto.

No es
que yo pretenda que todas las niñas sean princesas, no, ni mucho menos, lo que
pretendo es que dejemos de juzgar, que abandonemos los prejuicios, que
aceptemos que lo superficial y lo profundo no está reñido, que aprendamos que
tras una princesa puede haber una guerrera y que tras una guerrera puede haber
una princesa, que ambas pueden convivir en el mismo ser porque no son excluyentes,
que dejemos que cada una sea como le dé la gana ser y que no pretendamos
cambiar a nuestras niñas porque queremos ser las mujeres más modernas, las más
progres o las más feministas. Dejemos
que las niñas-princesas sean niñas-princesas y que las niñas que no quieren ser
princesas no se sientan obligadas a serlo. DEJEMOS QUE CADA UNA SEA COMO ES y, sobretodo, dejemos de
juzgar a unas y elogiar a las otras porque al final no les estamos haciendo
ningún favor ni a las unas ni a las otras.
Así que
sí, defiendo el derecho de las niñas a
ser princesas si es lo que ellas quieren y el derecho de sus madres a no
sentirse culpables porque no han hecho nada malo para que su hija quiera ser
princesa. Hay princesas rubias, morenas, pelirrojas, con pecas, con
cicatrices, con seis dedos en una mano, que van en silla de ruedas, que no ven…
y todas ellas deberían poder ser
princesas si quieren serlo ¡LAS
PRINCESAS SON MARAVILLOSAS! Y las no-princesas, ¡TAMBIÉN!
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