martes, 7 de junio de 2016

Lo que debía haber sido y lo que fue.

Tú puedes hacer planes, tenerlo todo previsto y organizado, soñar con algo en concreto y desearlo con todas tus fuerzas, pero a veces la vida te prepara otro camino muy distinto, que no se parece en nada a lo que tú esperabas. Y eso es, precisamente, lo que nos pasó en Semana Santa.

El plan original consistía en pasar unos días en Valencia, visitando familia y quedando con amigos. Ver el Oceanográfico y descubrir el Bioparc. Estábamos convencidos que a los peques les encantaría, y más después de ver la buena acogida que tuvieron los peces cuando los vieron en Mazarrón.

Teníamos muchas ganas de ver a mis tíos y prima a los que hacía más de un año que no veíamos y unas ganas inmensas de reencontrarnos con unos amigos a los que hacía más de cuatro años que no veíamos. Nos esperaba una semana de reencuentros y visitas interesantes.

Antes de marchar a Valencia hicimos un alto en casa de la Abuela, tan sólo tres días de visita exprés, pero la mañana anterior a marchar hacia Valencia, Aniol amaneció con unos cuantos granitos sospechosos y la sospecha se confirmó: Varicela. Así que nos quedamos en casa de la Abuela a pasar esa varicela. Cambio de planes, anulamos Valencia, nos sentimos fatal por no poder ver a todas esas personas especiales con las que hacía tanto tiempo que no coincidíamos y posponemos la visita para más adelante. Repensamos la ruta que ya no pasa por Valencia y pensamos en dirigirnos hacia Pamplona para entrar en Francia por el este. Vamos a esperar 10 días para que Aniol se mejore, no sea contagioso y pueda pasar la varicela lo más cómodo posible.

Hacemos los planes, siempre pensando que, probablemente, se tendrán que deshacer porque Èrika aún no ha pasado la varicela y lo más probable es que se contagie. Esperamos unos días más, pero parece que nuestra hija es inmune, así que hacemos los planes y… Èrika se levanta con unos cuantos granitos el día anterior a marchar… De acuerdo… Alguien, algo o lo que sea ha decidido que deberíamos pasar más tiempo en tierra firme, con la Abuela y anclados a una casa con raíces, parece que nuestras alas (o nuestras ruedas) no complacen a ese algo o alguien, así que pasamos la segunda varicela y esperamos 15 días más… ¡Ya llevamos casi un mes sin viajar! Se nos hace eterno. Incluso los niños que adoran a su Abuela y siempre nos están pidiendo ir a su casa nos empiezan a preguntar cuando nos iremos, nos dicen que están aburridos de estar siempre en el mismo sitio, que quieren ir a su casa con ruedas… Vaya, ¡parece ser que a ellos también les ha entrado el síndrome del eterno viajero!

Ya que debemos quedarnos un poco más de tiempo aprovechamos para, el último día de estancia cerca de Barcelona, hacer una salida en familia al Tibidabo y pasar un día entre semana en el parque de atracciones. Una gozada, pues aunque no estuviera abierto todo el parque, pudimos subir a todas las atracciones sin hacer colas, pues no había casi nadie. Los peques se lo pasaron genial, ¡incluso hicieron alguna amiguita! Y se llevaron un buen sabor de boca de ese mes sin movimiento.


En fin, después de estar casi un mes en el mismo sitio y una vez todos recuperados de la varicela, por fin nos ponemos en marcha rumbo a Pamplona a visitar a la Bisabuela de los niños y a algunos de mis tíos. La visita será más corta de lo que habíamos pensado en un principio, pero después de tanto tiempo parados debemos recuperar un poco de tiempo para poder llegar a donde queremos.

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